En un mundo cada vez más consciente de los impactos del cambio climático, 2025 ha marcado un punto de inflexión en la transición energética global. Por primera vez en la historia, la generación de electricidad a partir de fuentes renovables ha superado a la del carbón en la primera mitad del año. Este logro, impulsado principalmente por el auge de la energía solar y eólica, representa no solo un avance técnico, sino un símbolo de esperanza en la lucha contra las emisiones de gases de efecto invernadero. Según el informe "Global Electricity Mid-Year Insights 2025" de Ember, una organización independiente de análisis energético, las renovables generaron más electricidad que el carbón durante los primeros seis meses de 2025, con un crecimiento récord que outpaceó incluso el aumento de la demanda global. Este artículo explicativo explora los orígenes de este hito, sus causas, implicaciones y perspectivas futuras, destacando cómo este cambio podría redefinir el panorama energético mundial.
Para entender la magnitud de este evento, es esencial revisar la evolución histórica de la generación de electricidad. Durante gran parte del siglo XX y principios del XXI, el carbón ha sido el rey indiscutible de la energía. Su abundancia, bajo costo inicial y capacidad para generar electricidad a gran escala lo convirtieron en el pilar de la industrialización en países como China, Estados Unidos e India. Según datos históricos de la Agencia Internacional de Energía (IEA), en 2000, el carbón representaba alrededor del 38% de la generación global de electricidad, superando ampliamente a las renovables, que apenas alcanzaban el 18%, mayoritariamente hidráulica.
Sin embargo, las preocupaciones ambientales comenzaron a erosionar su dominio. El carbón es el combustible fósil más contaminante, responsable de aproximadamente el 40% de las emisiones globales de CO2 relacionadas con la energía, según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC). Eventos como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP) en París en 2015 aceleraron el compromiso internacional para reducir las emisiones, promoviendo metas como limitar el calentamiento global a 1.5°C. Países y empresas empezaron a invertir en alternativas limpias: la energía solar fotovoltaica, que convierte la luz solar en electricidad mediante paneles; la eólica, que aprovecha el viento con turbinas; y otras como la hidráulica, geotérmica y biomasa.
El declive del carbón se aceleró en la década de 2010. En Europa, políticas como el Sistema de Comercio de Emisiones de la UE incentivaron el cierre de plantas de carbón, reemplazadas por parques eólicos offshore. En Estados Unidos, el auge del gas natural y las renovables redujeron la participación del carbón del 50% en 2005 al 20% en 2020. China, el mayor consumidor de carbón, inició una transición masiva hacia renovables para combatir la contaminación del aire, instalando más capacidad solar que el resto del mundo combinado. Según el informe anual "Renewables 2024" de la IEA, la capacidad instalada de renovables creció un 50% entre 2019 y 2024, preparando el terreno para el hito de 2025.
El informe "Global Electricity Mid-Year Insights 2025" de Ember revela que, en la primera mitad de 2025, las fuentes renovables generaron el 30.3% de la electricidad global, superando ligeramente al carbón, que cayó al 29.8%. Esto equivale a una producción renovable de aproximadamente 4,500 teravatios-hora (TWh), frente a 4,400 TWh del carbón. El crecimiento fue impulsado por un récord en la instalación de paneles solares: se agregaron 250 gigavatios (GW) de capacidad solar en los primeros seis meses, un 20% más que en el mismo período de 2024. La energía eólica contribuyó con un aumento estable del 8%, gracias a proyectos masivos en el Mar del Norte y el desierto de Gobi.
Regionalmente, el cambio es desigual pero prometedor. En Europa, las renovables ya representan el 50% de la generación, con países como Dinamarca y Portugal alcanzando picos del 80% en días ventosos. China, responsable del 60% del crecimiento global de renovables, vio su producción solar aumentar un 25%, según datos de la Administración Nacional de Energía de China. En Estados Unidos, el Inflation Reduction Act de 2022 ha subsidiado proyectos renovables, llevando a que la solar y eólica superen al carbón en varios estados. Incluso en India, donde el carbón aún domina, las renovables crecieron un 15%, ayudadas por iniciativas como el International Solar Alliance.
Este hito no es casual: la demanda global de electricidad creció un 2.5% en la primera mitad de 2025, pero las renovables cubrieron todo ese incremento y más, reduciendo la dependencia de fósiles. Como explica Dave Jones, director global de Ember, "el viento y el sol no solo están satisfaciendo el crecimiento de la demanda, sino que están desplazando activamente al carbón".
Varios factores han convergido para hacer posible este avance. En primer lugar, la innovación tecnológica ha reducido drásticamente los costos. Según el informe "Levelized Cost of Energy" de Lazard (edición 2025), el costo de la energía solar ha caído un 90% desde 2010, haciendo que sea más barata que el carbón en la mayoría de los mercados. Las turbinas eólicas modernas, con alturas de hasta 200 metros, capturan vientos más consistentes, aumentando la eficiencia. Además, el almacenamiento en baterías, como las de ion-litio, ha resuelto el problema de la intermitencia: proyectos como el Hornsdale Power Reserve en Australia demuestran cómo las baterías pueden estabilizar la red.
Las inversiones han sido clave. En 2024, se invirtieron más de 500 mil millones de dólares en renovables, un 10% más que en 2023, según BloombergNEF. China lideró con 300 mil millones, seguida por Europa y EE.UU. Políticas gubernamentales han acelerado esto: subsidios, tarifas feed-in y mandatos de renovables en más de 100 países. El Acuerdo de París y metas nacionales de carbono neutral para 2050 han impulsado compromisos corporativos, con empresas como Google y Apple comprando 100% de energía renovable.
La pandemia de COVID-19 y la crisis energética de 2022, provocada por la guerra en Ucrania, resaltaron la vulnerabilidad de los combustibles fósiles, acelerando la diversificación. Como señala el informe de la IEA "World Energy Outlook 2025", la transición se ha vuelto inevitable debido a la volatilidad de precios del carbón y gas.
Este hito tiene implicaciones profundas. Ambientalmente, reduce emisiones: cada TWh de renovables en lugar de carbón evita alrededor de 800 toneladas de CO2, según cálculos del IPCC. En la primera mitad de 2025, esto significó una reducción de 500 millones de toneladas de CO2, equivalente a sacar 100 millones de autos de las carreteras. Mejora la calidad del aire, previniendo millones de muertes prematuras por contaminación, especialmente en Asia.
Económicamente, crea empleos: la industria renovable emplea a 13 millones de personas globalmente, según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), con proyecciones de 25 millones para 2030. Países en desarrollo como India y Brasil ven oportunidades en la fabricación de paneles solares, fomentando el crecimiento inclusivo. Además, abarata la electricidad: en regiones soleadas, la solar cuesta menos de 2 centavos por kWh, beneficiando a comunidades pobres.
Socialmente, promueve equidad energética. En África subsahariana, mini-redes solares están electrificando aldeas remotas, mejorando educación y salud. Sin embargo, la transición debe ser justa: programas como el Just Transition Mechanism de la UE ayudan a trabajadores del carbón a reconvertirse.
A pesar del optimismo, quedan obstáculos. La intermitencia requiere más almacenamiento y redes inteligentes. En países dependientes del carbón, como Polonia o Sudáfrica, el cierre de minas genera resistencia social. Además, la extracción de minerales para baterías (litio, cobalto) plantea riesgos ambientales si no se gestiona éticamente.
El informe de Ember advierte que, aunque las renovables superaron al carbón, los fósiles aún representan el 60% de la generación. Para alcanzar el net-zero en 2050, se necesita triplicar la capacidad renovable para 2030, como propone la COP28.
Mirando adelante, la IEA en su reporte "Renewables 2025" proyecta que las renovables alcancen el 43% de la generación global para 2030, con solar y eólica liderando. Innovaciones como la solar flotante y eólica offshore expandirán el potencial. Países como Chile y Marruecos ya exportan hidrógeno verde producido con renovables.
En conclusión, el hecho de que las renovables superen al carbón por primera vez en 2025 no es solo un dato estadístico, sino un catalizador para la acción climática. Representa el triunfo de la innovación humana sobre la dependencia fósil, ofreciendo un camino hacia un planeta más sostenible. Como resalta Fatih Birol, director de la IEA, "este es el comienzo del fin para la era del carbón". Con políticas audaces y colaboración global, podemos asegurar que este hito sea el primero de muchos en la construcción de un futuro verde.
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