Dwayne "The Rock" Johnson no es solo un ícono de Hollywood; es el epítome del guerrero fitness. Con biceps que podrían romper cadenas y una rutina de entrenamiento que inspira a millones –levantando hierro antes del amanecer y predicando el mantra de "sangre, sudor y respeto"–, The Rock ha construido un imperio sobre su físico imponente y su carisma inquebrantable. Pero su última película, The Smashing Machine, un drama biográfico sobre el legendario luchador de MMA Mark Kerr, ha aterrizado con un thud sordo en la taquilla. ¿Qué salió mal? En FitForce, desglosamos este tropiezo no solo como un fracaso cinematográfico, sino como una lección de resiliencia, transformación física y lo que significa pivotar en tu zona de confort. Porque en el gimnasio y en la vida, no todos los sets son perfectos.
Imaginemos esto: The Rock, conocido por sus roles de acción explosiva en sagas como Fast & Furious o Jumanji, se sumerge en el mundo crudo del MMA de los 90. En The Smashing Machine, interpreta a Mark Kerr, un pionero de las artes marciales mixtas cuya vida fue un torbellino de victorias brutales, adicciones y caídas personales. Para el rol, Johnson no escatimó en el gym: entrenamientos intensivos de grappling, striking y conditioning que lo llevaron a un físico más "real" y vulnerable, lejos del superhombre invencible que solemos ver. Expertos en la industria alaban su actuación como una "revelación transformadora", destacando cómo captura la fragilidad detrás de la fuerza bruta.
Pero aquí viene el gancho: a pesar de este compromiso físico y emocional –que incluso genera rumores de Oscar–, la película abrió con solo 6 millones de dólares en Estados Unidos, marcando el peor estreno de su carrera. Comparado con bombazos como Moana 2, que superó los mil millones gracias a su encanto familiar, esto duele como un mal día de deadlifts.
En el ring de la taquilla, no basta con tener un jab potente; necesitas estrategia. Según analistas de cine, varios factores noquearon a The Smashing Machine antes de que pudiera recuperarse. Primero, la competencia fue feroz: coincidió con el estreno sorpresa de una película de Taylor Swift que arrasó con 33 millones en su debut. Imagina intentar destacar en un gimnasio abarrotado durante hora pico –incluso si tus audiencias son diferentes, el ruido ahoga tu mensaje.
El buzz fue positivo, pero no lo suficiente para hacerla "imperdible". Las reseñas mixtas (alrededor del 71% en sitios de críticas) elogian la vulnerabilidad de Johnson, pero critican la historia como "poco remarcable" y demasiado similar a documentales existentes sobre Kerr. En términos fitness, es como un workout sólido pero sin progresión: te deja satisfecho, pero no motivado para volver al cine. Muchos fans optaron por esperarla en streaming, donde el word-of-mouth es más débil que un grip flojo.
El marketing también falló en el clinch. Promocionada como un drama de deportes con triunfos y batallas físicas –al estilo de The Wrestler–, resultó ser una pieza abstracta y oscura, llena de emociones crudas y narrativas no lineales. Los devotos de UFC y WWE, que esperaban acción non-stop, se sintieron decepcionados. Y el público indie, habitual de productoras como A24, no mordió el anzuelo. Es una lección clave para cualquier atleta: conoce a tu audiencia. Si vendes un ciclo de bulking pero entregas cutting extremo, la gente se va confundida.
Además, en la era post-pandemia, las películas adultas sin explosiones o superhéroes luchan por llenar salas. Temas niche como un luchador poco conocido, con tonos oscuros de adicción y decadencia, no atraen multitudes globales. Internacionalmente, el appeal es limitado, y el declive en el "poder estelar" de Johnson –tras underperformers como Black Adam o Red One– sugiere que su nombre ya no garantiza taquillazos solo. Expertos ven esto como el fin de su "reinado" en blockbusters, aunque éxitos animados como Moana demuestran que las franquicias siguen siendo su strong suit.
La estrategia de estreno tampoco ayudó: un lanzamiento amplio en octubre, sin construir momentum gradual, la dejó expuesta como un novato en un sparring con pros.
Ante esto, The Rock respondió con filosofía: "No controlas la taquilla, pero sí tu compromiso con el rol". Es puro mindset de entrenamiento –enfócate en el proceso, no en el PR. Analistas predicen que esto lllevará de vuelta a blockbusters.
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