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La payola, una práctica controvertida que ha plagado la industria musical por décadas, representa el lado oscuro de la promoción artística. Definida como el pago no declarado a estaciones de radio, DJs, influencers o plataformas para reproducir o promocionar una canción, la payola distorsiona la percepción de popularidad y socava la equidad en el mercado musical. En un ecosistema donde las listas de éxitos como las de Billboard influyen en contratos millonarios y carreras, esta forma de soborno encubierto ha evolucionado de los años 50 a la era del streaming, adaptándose a tecnologías como Spotify y TikTok. A pesar de ser ilegal en muchos países, incluyendo Estados Unidos, persiste a través de lagunas legales y formas digitales, afectando a artistas independientes y al público. Este artículo especializado explora la historia de la payola, su marco legal, casos notables, sus manifestaciones modernas en 2025, y su impacto en la industria, basándose en investigaciones actualizadas y datos verificados para ofrecer un análisis profundo de cómo esta práctica continúa moldeando el consumo musical.
El término payola surgió en 1938 en la revista Variety, combinando pay (pagar) con el sufijo -ola de marcas como Victrola o Pianola, refiriéndose a pagos por promoción musical. Sin embargo, la práctica es más antigua. Antes de los años 30, la popularidad de las canciones se medía vagamente a través de solicitudes radiales, ventas de partituras y favoritos en salones de baile, sin escrutinio público significativo. Intentos tempranos de editores para detener la payola fueron ignorados, y la práctica se intensificó con el auge de las jukeboxes en los años 40, donde tres cuartas partes de los discos estadounidenses se destinaban a estas máquinas.
El escándalo estalló en los años 50, vinculado al surgimiento del rock and roll. La payola se usaba para promover géneros nuevos por sellos independientes, amenazando al establishment musical tradicional. DJs como Phil Lind de WAIT en Chicago admitieron recibir US$22,000 por reproducir un disco. El catalizador fue el escándalo de concursos televisivos rigged en 1959, que llevó a investigaciones paralelas en el Senado y la Cámara de Representantes de EE.UU. El 20 de noviembre de 1959, Alan Freed, pionero del rock and roll en WABC, fue despedido por no cooperar en las audiencias; fue condenado por aceptar sobornos, multado con US$300 y sentenciado a seis meses suspendidos. Dick Clark, presentador de American Bandstand, testificó pero evitó sanciones al desinvertir en intereses musicales.
Las investigaciones de 1960, impulsadas por el presidente Eisenhower, elevaron la payola a un asunto de moral pública. Freed fue indiciado el 9 de mayo de 1960 por aceptar US$2,500, que calificó como gratitud. En 1963, se declaró culpable de dos cargos de soborno comercial entre 99, recibiendo una multa. Estas audiencias cambiaron la radiodifusión: los DJs perdieron autonomía en programación, y la payola se convirtió en delito menor. Sin embargo, los sellos la evadieron usando terceros independientes.
En los años 70, el DJ de soul Frankie Crocker fue indiciado en un escándalo, dejó la radio neoyorquina, pero los cargos se retiraron y regresó para hosting en MTV. La payola persistió, satirizada en parodias como Old Payola Roll Blues de Stan Freberg en 1960.
La payola es ilegal bajo la Ley de Comunicaciones de 1934, enmendada en 1960 para requerir divulgación de pagos por transmisión. La FCC la trata como violación de las Reglas de Identificación de Patrocinio, exigiendo que estaciones divulguen material pagado. Esto aplica a empleados, productores y proveedores, con multas por no divulgar. En febrero de 2025, la FCC emitió un aviso de ejecución recordando estas reglas, prohibiendo decisiones de programación basadas en valores recibidos sin divulgación.
Lagunas incluyen pagos a terceros independientes, que no requieren divulgación directa. La Sección 5(a) de la Ley de la FTC también prohíbe payola no divulgada, con jurisdicción sobre streaming. Críticas señalan vagas leyes que favorecen sellos mayores, aislando independientes. En 2007, empresas como CBS Radio pagaron US$12.5 millones en multas y restricciones de tres años.
Los escándalos de 1959-1960 marcaron el pico inicial, destruyendo carreras como la de Freed. En 1986, NBC expuso The New Payola, llevando a sondas congresionales. Entre 2002-2006, el fiscal Eliot Spitzer investigó acuerdos con cadenas radiales, resultando en multas: Sony BMG US$10 millones (2005), Warner US$5 millones (2005), Universal US$12 millones (2006), EMI US$3.75 millones (2006).
Recientemente, en 2025, escándalos involucran radio y streaming. En febrero, un escándalo de payola en radio estadounidense involucró pagos por reproducciones. En septiembre, Rory y Mal revelaron un esquema de lavado de dinero con sellos mayores y conglomerados radiales, implicando RICO. Drake demandó a UMG por descuentos en licencias para promoción encubierta, destacando proyecciones de 827 millones de suscriptores pagos en streaming para 2025.
En redes sociales, acusaciones contra artistas como Sabrina Carpenter y grupos K-pop por payola en playlists. TikTok enfrenta críticas por nuevo payola en enero de 2025, donde artistas pagan por reproducciones virales.
En la era digital, la payola es payola 2.0, extendiéndose a streaming y redes. Plataformas como Spotify permiten pagos por recomendaciones en playlists Sponsored Songs, con opción de opt-out. El Discovery Mode de Spotify, lanzado en 2021, ofrece boosts a cambio de regalías menores, criticado como payola por el Artist Rights Alliance por ser explotador e injusto. En agosto de 2025, Bloomberg reportó su uso generalizado, evolucionando de acusaciones a herramienta estándar.
Pagos a influencers en TikTok y playlists en Spotify inflan streams con bots. En 2025, la FCC alerta contra payola en festivales gratuitos a cambio de airplay. En regiones como México y fronteras EE.UU., la payola lava dinero de operaciones ilegales promoviendo nuevos artistas efímeros. Programas como On the Verge de iHeartRadio requieren 150 reproducciones mínimas, seleccionadas por calidad, no presión de sellos.
Discusiones en X (anteriormente Twitter) en octubre de 2025 muestran acusaciones contra artistas como Sabrina Carpenter por playlisting pagado, y debates sobre si remixes son sloppy o necesarios sin payola.
La payola distorsiona el mercado, favoreciendo sellos mayores y reduciendo diversidad. En audiencias de 2007, Lisa Fager Bediako argumentó que perpetúa estereotipos misóginos y racistas en hip hop. Artistas independientes como Macklemore usan tarifas planas para evitar interferencia. En 2025, con streaming alcanzando 827 millones de suscriptores, la payola afecta pagos, priorizando modelos basados en listeners y transparencia.
Esfuerzos incluyen actualizaciones de la FCC en 2025 y propuestas para regular streaming bajo la FTC. Plataformas como Jango aceptan fees con divulgación, ofreciendo plays legales. Sin embargo, la payola persiste, como se ve en acusaciones contra Forbes por reportar payola en Spotify.
La payola, de escándalos radiales a manipulaciones digitales, sigue siendo un cáncer en la industria musical en 2025. A pesar de regulaciones, su evolución a formas como Discovery Mode y pagos en TikTok destaca la necesidad de reformas estrictas para promover equidad. Mientras artistas independientes luchan contra bots y payola, el público debe demandar transparencia para asegurar que la popularidad refleje mérito genuino, no sobornos encubiertos.

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