Un potente terremoto de magnitud 6 sacudió el este de Afganistán la medianoche del domingo, dejando al menos 1.411 muertos y 3.124 heridos en la provincia de Kunar, según informó este martes el portavoz del gobierno talibán, Zabihullah Mujahid. El sismo, uno de los más mortíferos en décadas en el país, también provocó víctimas en las provincias vecinas de Nangarhar y Laghman, donde cientos de personas resultaron heridas y decenas de casas quedaron reducidas a escombros.
Las autoridades locales confirmaron que más de 5.000 viviendas colapsaron en cuestión de minutos, dejando a miles de familias atrapadas. Los equipos de rescate, apoyados por habitantes de las aldeas, trabajaron durante toda la noche en busca de supervivientes, en condiciones extremadamente difíciles. “Las operaciones de emergencia continuaron durante toda la noche”, declaró a la AFP Ehsanullah Ehsan, jefe de la autoridad de gestión de desastres de Kunar.
El epicentro se registró a 27 kilómetros de Jalalabad, en Nangarhar, y a apenas ocho kilómetros de profundidad, lo que amplificó la destrucción en las comunidades rurales, donde predominan viviendas de adobe y piedra, altamente vulnerables a los movimientos telúricos. El terremoto fue seguido de al menos cinco réplicas, lo que incrementó el miedo y la devastación entre los habitantes.
La magnitud de la tragedia ha llevado a Naciones Unidas a movilizar cinco millones de dólares a través de su fondo mundial de intervención de emergencia, según informó el secretario general António Guterres. Por su parte, la Unión Europea anunció el envío inmediato de 130 toneladas de ayuda humanitaria y la asignación de un millón de euros para apoyar a las organizaciones internacionales que ya trabajan en las zonas afectadas.
En medio del desastre, las escenas son desgarradoras: familias enterrando a sus seres queridos envueltos en sudarios blancos, mientras voluntarios retiran con sus propias manos los escombros de casas derrumbadas. “He venido a buscar a un amigo en la aldea de Wadir, pero no lo he encontrado. Es muy difícil ver estas condiciones”, relató a la AFP Obaidullah Stoman, de 26 años.
La situación agrava la ya precaria crisis humanitaria que enfrenta Afganistán, un país empobrecido tras décadas de conflicto y dependiente de la asistencia internacional, la cual se ha visto reducida drásticamente en los últimos años. La decisión de Estados Unidos de cancelar gran parte de su financiamiento con la llegada al poder del presidente Donald Trump en 2025 ha limitado aún más la capacidad de respuesta del país ante catástrofes de esta magnitud.
Afganistán se encuentra en una de las zonas sísmicas más activas del mundo. En 2023, un terremoto de magnitud 6,3 en la provincia de Herat, cerca de la frontera con Irán, cobró más de 1.500 vidas y destruyó más de 63.000 viviendas.
Con este nuevo desastre, la nación vuelve a enfrentar uno de sus mayores desafíos humanitarios en los últimos años, mientras miles de familias intentan sobrevivir entre la destrucción y la incertidumbre.
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