“Fui elegido sin ningún mérito y, con temor y temblor, vengo a ustedes como un hermano que desea hacerse siervo de la fe y de la alegría”. Con estas palabras, el nuevo Papa León XIV inauguró su pontificado este domingo desde la Plaza de San Pedro, en una histórica misa cargada de simbolismo, emoción y esperanza para los fieles católicos del mundo.
El Santo Padre fue recibido por miles de personas que colmaron no solo la plaza, sino también la Via della Conciliazione, en un ambiente de oración y entusiasmo. Desde temprano, las cámaras del mundo captaron su primer recorrido en papamóvil, saludando sonriente a la multitud que agitaba banderas y clamaba bendiciones para su ministerio.
La ceremonia, que inició con una oración ante la tumba del apóstol Pedro dentro de la Basílica Vaticana, continuó con la entrega de las insignias petrinas: el Palio, impuesto por el cardenal Mario Zenari, y el Anillo del Pescador, entregado por el cardenal Luis Antonio Tagle. Luego, doce representantes de distintos sectores del Pueblo de Dios rindieron el rito simbólico de obediencia al nuevo Pontífice, incluyendo al cardenal brasileño Jaime Spengler.
Un mensaje de esperanza y reconciliación
Durante su primera homilía como líder de la Iglesia Católica, León XIV citó a San Agustín: “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”, evocando el anhelo profundo de fe que mueve a millones de creyentes.
Con un tono humilde, pero firme, el Papa expresó su deseo de caminar al lado del Pueblo de Dios, sin imponerse como superior: “El ministerio de Pedro está marcado por el amor oblativo. No se trata de capturar a los demás con prepotencia o poder, sino de amar como lo hizo Jesús”, afirmó.
En su mensaje, también recordó la reciente muerte del Papa Francisco, agradeciendo su legado y reconociendo el vacío que dejó en los corazones de los fieles: “Nos dejó como ovejas sin pastor”, dijo. No obstante, invitó a mirar con fe hacia el futuro, abrazando la misión que le fue confiada por el Colegio Cardenalicio.
Una Iglesia que una, no que divida
El nuevo Pontífice insistió en su llamado a que la Iglesia sea un reflejo de unidad en medio de un mundo fragmentado: “Hermanos y hermanas, quisiera que este fuera nuestro primer gran deseo: una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado”.
Sus palabras resuenan con fuerza en un tiempo marcado por la polarización, la crisis de valores y la desconfianza hacia las instituciones. Su propuesta: una Iglesia que camine junto a su gente, con humildad, sin ostentación, pero con la fuerza del amor evangélico.
¿Quién es León XIV?
Aunque su figura apenas comienza a perfilarse, León XIV se presenta como un pastor sencillo, profundamente espiritual y decidido a continuar la renovación iniciada por sus predecesores. Con su estilo fraterno y sereno, el nuevo Papa parece dispuesto a tender puentes, más que a construir muros.
Su elección ha despertado altas expectativas, no solo dentro de la Iglesia, sino también en la comunidad internacional. Voces de distintas latitudes ya han comenzado a manifestar esperanza por un papado centrado en la reconciliación, la justicia social y el diálogo con las nuevas generaciones.
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