El esperado combate entre Saúl “Canelo” Álvarez y Terence “Bud” Crawford no solo cumplió con la expectativa de ser la pelea más grande del año, sino que también marcó un antes y un después en la historia del boxeo. En un Allegiant Stadium repleto, con la mirada del mundo puesta en Las Vegas, el estadounidense se impuso por decisión unánime y arrebató todos los títulos supermedios al mexicano, convirtiéndose en campeón indiscutido de tres divisiones diferentes, una hazaña sin precedentes en el pugilismo moderno.
Desde el primer asalto, Canelo buscó imponer su fuerza y su característico castigo al cuerpo, intentando cerrar los espacios y limitar el desplazamiento de su rival. Sin embargo, Crawford mostró su habitual inteligencia táctica, con un dominio absoluto del ring. Su velocidad, precisión y capacidad de contragolpear marcaron la diferencia en los momentos clave.
Las tarjetas de los jueces fueron contundentes: 116-112, 115-113 y 115-113, todas a favor de Crawford, quien lució sólido durante los doce asaltos y nunca perdió el control del combate.
Con semblante serio pero respetuoso, Canelo reconoció la superioridad de su oponente: “Intenté de todo, pero no pude descifrar su estilo. Crawford tiene de todo: velocidad, poder, técnica. Es un gran peleador”.
Por su parte, el nuevo campeón se mostró emocionado tras lograr lo que muchos consideraban imposible: “Esto es para todos los que dudaron. Vine a retarme, subí de categoría y demostré que puedo ser el mejor en cualquier división”.
La victoria de Terence Crawford lo coloca en un lugar privilegiado dentro de la élite del boxeo. Con este triunfo, el estadounidense se convierte en el primer peleador en la era de los cuatro organismos en ser campeón indiscutido en tres categorías de peso distintas.
Para Canelo, la derrota significa la pérdida de todos sus títulos supermedios, aunque su legado permanece intacto tras años de dominar divisiones superiores y convertirse en uno de los máximos íconos del boxeo latinoamericano.
La magnitud del evento trascendió lo deportivo: promovido por Zuffa Boxing y transmitido mundialmente por Netflix, el combate fue calificado como “la pelea de una generación”. El Allegiant Stadium de Las Vegas vivió una noche que quedará en la memoria colectiva del boxeo, con un público que presenció historia pura sobre el cuadrilátero.
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