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jueves, 17 de julio de 2025

¿Cómo se veían realmente los dinosaurios según la ciencia?


Durante décadas, el cine ha alimentado nuestra imaginación con imágenes majestuosas y aterradoras de dinosaurios. Producciones como Jurassic Park han sido clave en la fascinación del público por estas criaturas prehistóricas, pero ¿qué tan fieles a la realidad son estas representaciones? A medida que la paleontología avanza, descubrimos que muchos de estos retratos están lejos de lo que la ciencia hoy sostiene como cierto.


Los dinosaurios existieron hace aproximadamente entre 230 y 66 millones de años, durante las eras Mesozoica (Triásico, Jurásico y Cretácico). Gracias a los fósiles —huesos, huellas, impresiones de piel y, en algunos casos, plumas— los científicos han podido reconstruir con creciente precisión cómo eran, cómo vivían y cómo se comportaban estas criaturas.


Contrario a la imagen popular de monstruos gigantes, torpes y escamosos, la evidencia más reciente sugiere que muchos dinosaurios eran rápidos, complejos, y algunos estaban cubiertos de plumas.


Por mucho tiempo, se creyó que los dinosaurios eran simplemente reptiles gigantes. Sin embargo, el desarrollo de la cladística (una técnica para reconstruir árboles evolutivos) y los hallazgos fósiles en China, Mongolia y Argentina, han confirmado que las aves modernas descienden directamente de los dinosaurios terópodos (como el Velociraptor o el T. rex). Es decir, no están completamente extintos: los dinosaurios aún viven entre nosotros en forma de aves.


Una de las revelaciones más impactantes de los últimos 30 años es que muchos dinosaurios tenían plumas. En especial los terópodos, grupo al que pertenecen el famoso Velociraptor y el Oviraptor. Esto cambia radicalmente su aspecto: eran menos como lagartos gigantes y más como aves musculosas y primitivas.



Algunos fósiles han preservado estructuras llamadas melanosomas, que permiten inferir los colores originales de las plumas. Se ha determinado, por ejemplo, que el Anchiornis tenía plumas negras y blancas con cresta rojiza. La imagen gris o verdosa del cine ha quedado desactualizada.


Películas y series tienden a exagerar el tamaño de ciertos dinosaurios para generar mayor impacto. Por ejemplo, el Velociraptor real apenas alcanzaba el tamaño de un pavo grande, mientras que en el cine se representa como un cazador del tamaño de un hombre adulto. En contraste, otros dinosaurios como el Argentinosaurus —considerado el más grande conocido— superaban los 30 metros de longitud, pero son poco conocidos por el gran público.


Otra dimensión ampliamente manipulada por el cine es la acústica. Los rugidos del T. rex en Jurassic Park fueron creados a partir de una mezcla de sonidos de elefantes, tigres y hasta tortugas apareándose. Pero en realidad, los dinosaurios probablemente emitían vocalizaciones más parecidas a las de aves actuales o cocodrilos, como gruñidos profundos, chillidos o llamadas graves, no rugidos de león.


La ciencia también ha desmontado la imagen de dinosaurios como criaturas solitarias y siempre agresivas. Hay evidencia fósil de nidos colectivos, cuidado parental y vida en manadas, al menos en ciertas especies. Los Maiasaura, por ejemplo, mostraban una notable crianza de sus crías. Esto sugiere comportamientos sociales complejos y organización grupal, algo impensado hace unas décadas.


La influencia del cine en la imagen de los dinosaurios ha sido profunda y duradera. Aunque películas como Jurassic Park se basaron en la ciencia de su época (1993), los avances posteriores han dejado atrás muchas de sus representaciones. Hoy, la ciencia paleontológica busca un equilibrio: por un lado, reconocer la fascinación que el entretenimiento genera, y por otro, corregir los mitos e informar con base en evidencias reales.



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